“Pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas”
―Fernando Pessoa
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"Al intentar mantener mis manos abiertas, confío en que pondrás tu mano en la mía y me conducirás a casa."
-Henri Nouwen
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“¡Que enmudezcan nuestras lenguas y empiecen a hablar las manos!”
―Francisco Villaespesa
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TUS MANOS
Cuando tus manos salen,
y amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron en mi boca,
de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?
Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.
Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.
OPINIÓN DEL LIC. GONZALO HERNANDEZ SANJORGE -
Las últimas obras de este artista son una exploración de las
posibilidades digitales. Pero aquí lo virtual no es la desmaterialización de la
realidad, la evasión del mundo material, sino que es una herramienta para
explorar esas ontologías. El mundo material regresa ahora como una huella. La
huella no es el objeto, pero habla del objeto, permite explorarlo desde otro
lado, permite reconstruirlo imaginariamente.
Sus obras parten siempre de texturas. Lo táctil se ha vuelto
un elemento central en su obra. Y lo táctil no solo reclama la piel, sino que
la explora, la interpela. Estas obras digitales parecen investigar la piel de
los objetos, exponerla ahora como una superficie que ha perdido la presencia de
la textura original para derivarnos a su reverso, cual las plazas metafísicas
de De Chirico.
Decía el director de cine Brian De Palma que la cámara
siempre miente, miente veinticuatro veces por segundo. Hay , sin duda una larga
lista de apreciaciones que insisten en que todo arte, en especial el arte del
siglo XX para acá, es siempre una mentira. Pero una mentira que se hace para
decir verdades que no pueden ser dichas de otra manera. Desde la elección de
las texturas originales, el posterior trabajo con la coloración y la
decoloración, el recorte realizado por la mirada que selecciona un fragmento de
realidad, la distorsión de la misma se revela como un elemento clave.
Distorsión que nos lleva ahora a una intensidad no vista de los objetos.
Así las técnicas virtuales se ponen al servicio de la
explotación de una sensibilidad que trasciende lo táctil. No lo descarta ni lo
evita, sino que lo hace proliferar en otras direcciones, hacia otras
intensidades. A no equivocarse, aquí las texturas no delatan espacialidades
puestas en relación, sino que se intenta buscar el sentido casi energético de
las cosas.
Nuestro mundo sigue siendo un mundo de imágenes. Pero aquí
no se busca identificar la obra plástica con la fotografía, sino que se vincula
directamente con lo cinematográfico a causa del movimiento cinético que se genera
en ese diálogo de líneas y colores. Y en algunos casos los volúmenes, los
colores que parecen hechos con “llovizna”, los tonos azulados nos dirigen hacia
la televisión. Pero si aquí aparece una gramática del movimiento, no es ni la
de Duchamp ni la que exploraron los futuristas. Allí se estaba en el comienzo
del cine: el mundo recién se ponía en movimiento, como habían hecho los
hermanos Lumière “tirando” sobre sus espectadores un tren puesto en marcha.
Estamos en otro lugar del mundo. Un mundo que, aunque globalizado no deja de
fragmentarse, de ser una cadena de fragmentos. Es en esta fragmentación que se
detiene la mirada del artista que no selecciona objetos distinguibles, enteros,
sino que encuadra solo fragmentos, pedazos, como si mirara los márgenes de las
cosas para encontrar ahí una experiencia única, como si quisiera reivindicar
los fragmentos antes que la mirada totalizadora, como si quisiera declarar que
el placer estético no es ya una composición de volúmenes sino de intensidades.
Su obra no parece estar exenta de cierta intención
documental. Documentación doble, si se quiere. En primer lugar el documento de
una experiencia sensoria respecto de las texturas, que ya no busca destacar la
textura como materialidad sino como pura experiencia sensorial. De ahí también
el acierto de realizar este tipo de investigaciones desde lo virtual, donde la
textura puede ser abordada sin las restricciones que impone el material físico.
En segundo lugar esas texturas (aquí una madera, allí un trozo de algo que parece
una pared o un cartel callejero) invocan la ciudad y su violencia. Pero no la
violencia fácil de un arma en una mano, de un gesto ríspido y auto delatado.
Sino que aquí se explora la violencia de la realidad desde los colores, las
aristas, los rastros casi eléctricos, los efectos que recuerdan a una
explosión. Así la ciudad, que para nuestro tiempo ya no puede ser vista con la
delicada estética de Mondrián, adquiere características agónicas, de lucha y la
obra adquiere una particular forma de expresar/documentar cierta forma actual
de ser en el mundo, una cierta forma en que el mundo es.
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